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martes, 22 de abril de 2014

Una lágrima, mil motivos

A veces una lágrima no significa sufrimiento; no siempre esconde dolor o pena. En cada lágrima se esconden más de mil motivos: Alegría, emoción, miedo, velocidad, frío... Incontables son las razones, pero la más conocida es aquella en la que, acompañadas de un suspiro rememoran tiempos pasados, aquellas en las que la nostalgia nos aporta un cúmulo de sentimientos en los que es difícil distinguir si en ese momento se pasó mal o bien, una mescolanza donde ninguno sabemos qué sentimos realmente.

Lloramos por el amor perdido o el olvidado, por el correspondido o el sufrido; lloramos al descubrir un "aprobado" en aquel examen tan difícil que dábamos por perdido, lloramos con el encuentro de seres queridos y con reencuentros, lloramos de emoción al celebrar el año nuevo...

Lloramos al recordar a personas que ya no están con nosotros, pero también por recuerdos felices en los que la alegría y la felicidad es la auténtica protagonista.

Por eso os digo, antes de llorar, sed conscientes del motivo, a veces está claro, pero otras no tanto. Por supuesto que no quiero que lloréis y si lo hacéis que sean por cosas buenas y por buenos motivos por que el llorar sin motivo no tiene sentido. Y si el llanto es debido a cosas desagradables como la pena y la tristeza recordad que vuestras lágrimas son joyas transparentes, como de cristal, y que cada una derramada es digna de ser recordada. 



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