Lloramos por el amor perdido o el olvidado, por el correspondido o el sufrido; lloramos al descubrir un "aprobado" en aquel examen tan difícil que dábamos por perdido, lloramos con el encuentro de seres queridos y con reencuentros, lloramos de emoción al celebrar el año nuevo...
Lloramos al recordar a personas que ya no están con nosotros, pero también por recuerdos felices en los que la alegría y la felicidad es la auténtica protagonista.
Por eso os digo, antes de llorar, sed conscientes del motivo, a veces está claro, pero otras no tanto. Por supuesto que no quiero que lloréis y si lo hacéis que sean por cosas buenas y por buenos motivos por que el llorar sin motivo no tiene sentido. Y si el llanto es debido a cosas desagradables como la pena y la tristeza recordad que vuestras lágrimas son joyas transparentes, como de cristal, y que cada una derramada es digna de ser recordada.
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